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Náufragos

Bienes comunes

Bienes comunes Esta carta de amor de Susana López Rubio fue la ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor. Aunque fue publicada en www.escueladeescritores.com yo la encontré en un sitio en principio tan poco dado a cosas como ésta, como es la web de Yonkis.

La reenvié a mis compañeros de trabajo y dio lugar a un "chat" por correo en el que me sorprendieron destripando la carta intentando dejar claro que esta historia no puede pasar en la realidad y que no puede existir ningún Roberto como el que escribe la carta, tan calzonazos e idiota. Alguno me dijo, pero no por escrito, que todo se explicaba por que la carta había sido escrita por una mujer.

Tal vez mis compañeros sean demasiado materialistas, machistas o puede que tal vez tengan algo de razón.
Decídelo tú.




Estimada Cristina:
Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.

Cosas a conservar:

- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.
- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.
- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.
- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.
- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres.
- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).

Cosas que puedes conservar tú:

- Los silencios.
- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.
- El sabor acre de los insultos y reproches.
- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.
- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.
- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.
- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.
- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.

Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo solo son eso: objetos.

Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (914070485) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.

Afectuosamente, Roberto.


Bienes comunes, por Susana López Rubio

3 comentarios

Marta -

Sobre tu última idea, estoy completamente de acuerdo, el amor no tiene porque acabar por ambas partes. Lo sé demasiado bien.
Un beso

El náufrago de esta isla -

A mi me gustó. A parte de parecerme muy ingeniosa me impresionó que alguien prefiriera anteponer los sentimientos y los recuerdos a los bienes materiales.

En cuanto a lo que comenté de mis compañeros, si el protagonista hubiera sido ella en vez de él, seguramente no habrían puesto tantos reparos.

En cuanto al amor, que puede tener fin, pero no tiene por que ser por las dos partes. Ni tienen por que desaparecer los recuerdos, aunque tratemos de ocultarlos. Es cuestión de elegir cuales sacar a la luz.

Marta -

Había leído esta historia hace unos días. Realmente impresiona, que a pesar de que el amor se acabe por una parte, la otra siga enamorada de los detalles de su pareja.
No sé si es real o no, si existen hombres así o no, pero hay que reconocerle a la carta todo un derroche de ingenio y romanticismo. Quien dice que el amor acaba y ya está?
Besos